2. ¿Qué es León 11?

León 11 es un colectivo de arquitectos. No. León 11 es un centro de producción creativa. No. León 11 es una cooperativa. No. León 11 es un grupo de amigos que trabaja en el número once de la calle León de Madrid.

En el concurso que hice con Aurora acabé haciendo de puente entre León 11 y ella. El proyecto pretendía ser la nueva sede del Ars Natura, un museo de ciencias naturales en Cuenca. Aurora proyectaba y León 11 multiplicaba. Yo solo traducía. Aquellos muchachos enviaban unos dibujos e imágenes fascinantes que yo iba maquetando y enseñando a mi profesora sin aportar prácticamente nada.

Yo ya había oído hablar de León 11 en la escuela, pero no les ponía cara. No sabía que tenían cara. Pertenecían a una generación a la que yo llegaba tarde. Desde fuera, parecía un club exclusivo al que resultaba difícil acceder. Junto con otros colectivos como Zuloark, Zira02, Pez o Pacman; conformaban una nebulosa inalcanzable.

El concurso salió bien y yo hice todo lo posible para no desentonar. Hasta el punto que pasé media semana en casa de Aurora trabajando casi todas las horas del día. Un día me venció el sueño y me desperté en su sofá cubierto por una manta y sin calcetines. Estaba abrazado a su perro y desde la cocina llegaba un confuso olor a croquetas que la madre de Aurora estaba haciendo.

Por las noches, Manolo, que a esas alturas para mí ya era un ídolo, me abordaba por el Messenger y me mandaba unos dibujos hechos con la propia aplicación. No solo era un arquitecto impresionante, sino que te hacía sentir amparado y protegido. Su talento era tal, que solo recogiendo un poco del que se le caía de los bolsillos ya podías vivir una temporada.

En aquella época yo andaba probando suerte como escritor. Acababa de ganar un concurso menor y me iban a publicar mi primer libro (y único hasta la fecha). Como mi escritor favorito era John Fante, titulé el libro “Un Polvo Raro”. Era una colección de relatos fruto de mi desmesura por las calles de Madrid.

A Manolo todo aquello le hacía mucha gracia y rápidamente nos hicimos amigos. Me llevaba a las Naranjas que era un sitio que no se llamaba así. Luego comíamos alitas en el Apolo. Un camarero que se parecía al Puma le trataba con cortesía reverencial mientras despachaba fritanga a granel. Acabábamos las noches en el Frontón, que era un antro oscuro y humeante junto a los cines Ideal. Manolio me contó que una noche coincidió allí con Bunbury.

Pasaron los meses. Entrar en León 11, fuera lo que fuera, parecía bastante complicado. No porque funcionaran como una logia masónica ni nada de eso, sino porque el espacio era muy reducido y había que esperar que alguien se fuera para que te ofrecieran una mesa. Y si se quedaba libre seguramente habría alguien más rápido que tú al acecho. En mi caso fue Juanito.

Juanito Jones era un chico que había pedido ayuda a Manolo para preparar el examen de acceso a la escuela de Arquitectura de Madrid. Venía de la universidad de Alcalá y tenía muchísimas cosas que yo no tendré nunca. Era un chaval fascinante y temporalmente humilde. Desprendía una desbordante energía adolescente y su delgadez resultaba envidiable.

Cuando supe que Juanito había entrado en León me dio mucha rabia. Pero en ese momento ni siquiera era consciente de las ganas que tenía de entrar. Fue mucho más adelante, al irse Gad, cuando Manolo me llamó. Dejé mi piso en la calle Fuencarral y me fui a vivir a Usera a casa de un amigo cantautor para poder pagar mi mesa.

Mis padres no acababan de entender que, con el dineral que costaba el piso, no pudiera trabajar allí. Yo no había acabado la carrera y la paciencia de mi familia se estaba agotando. Pero era la primera vez que me sentía parte de algo y no podía dejar pasar la oportunidad.

Mi puesto estaba entre el de Javi (lo recordaréis de la reunión con Aurora) y el de Nacho, que era el hermano menor de Manolo. Nacho y Manolo tenían un estudio de Infografía que hacía imágenes para la flor y nata de la arquitetura madrileña.

Se llamaba Estudio Malla y por allí desfilaron Federico Soriano, Gabriel Allende, Aranguren y Gallegos o Andrés Perea entre otros muchos. Cuando alguno de esos arquitectos estrella venía al estudio yo me quedaba boquiabierto y actuaba con naturalidad impostada.

Pero León 11 era mucho más que un estudio de infografía. Me costaría definir qué fue, pero si tuviera que hacerlo, creo que León 11 fue un efervescente encuentro de arquitectos con muchísimo talento y una enorme capacidad de cuestionarlo todo.

Al mando de todas esas preguntas estaba María. ¿Qué es León 11? Repetía sin parar. María Mallo era un volcán en constante erupción. Todavía lo es. Era capaz de llorar y reírse a la vez. De cuestionarse la existencia y pedirse otra caña en la Piola, que era el bar de abajo.

María chocaba mucho con Manolo y yo, como autoproclamado secuaz, me sentía muy intimidado por su presencia. Alucinaba con lo bien que modelaba en 3D y me sorprendía mucho más lo poco que eso le importaba. Me hubiera quedado a vivir en cualquiera de los dibujos del acantilado de su fin de carrera.

Se hacían concursos constantemente, a la vez que ayudaban a otros arquitectos a hacerlos. El fulgor que dominaba el ambiente contrastaba con la precariedad de muchos trabajos. Javi trabajaba para Atxu Amán (a quien admiré durante poco tiempo) y Andrés Cánovas por ejemplo.

Pero hubo un concurso que lo cambió todo para siempre. Manolo llevaba un tiempo haciendo maquetas y dibujos con formas orgánicas que recordaban su proyecto final de carrera. Poco a poco fueron ganando en complejidad y toda aquella excelencia gráfica y compositiva se materializó en el concurso para la Ciudad Del Pop en Taiwán.

Todo el estudio se volcó. Fueron muchísimas noches trabajando en aquel proyecto enorme. A mi, mis padres me habían dado un ultimátum y tuve que centrarme en el proyecto fin de carrera por lo que no pude ayudar. Tampoco creo que hubiera podido. Pese a que compartía espacio y amistad con todos ellos, seguía percibiendo una distancia enorme y me contentaba con aprender y disfrutar de aquella magnética energía ambiental.

Sobre aquel concurso se podría escribir una novela (ojalá algún día). Hubo de todo: romances, traiciones, robos, aviones… Aquel fue el master más increíble al que una persona como yo podría haber asistido. Era hipnótico ver aquel desfile de personalidades ordenando sus expectativas (y en algunos casos miserias) en torno a la imponente propuesta de Manolo.

Tras la entrega, pasaron los meses y la rutina había vuelto al estudio. Cuando se hacían concursos en lugares tan remotos, reinaba la sensación de haber lanzado una botella al mar. Yo seguía atrapado por mi tirante relación con mi tutora del fin de carrera y los días se repetían con su ritual de líneas y capas.

Pero de repente llegó un mensaje que hizo temblar el barrio de Las Letras. Miré a través del escaparate de la Piola. María saltaba y se abrazaba con Nacho. Luis, Ali, Laura, todos salimos a la calle ajenos al cambio que iban a producir aquellas cuatro palabras. Era Manolo: “Tronkitos, hemos ganado Taiwán”.

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Drama es un estudio de visualización arquitectónica. Vivimos en el lugar donde nacen los proyectos. A medio camino entre la ensoñación y la materia. 
Trabajamos para permanecer en la memoria y aspiramos, cuando la arquitectura se abre paso, a ser olvidados.

Drama es un estudio de visualización arquitectónica. Vivimos en el lugar donde nacen los proyectos. A medio camino entre la ensoñación y la materia. 
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